martes, 15 de agosto de 2017

LA DAMA DE LAS VUELTAS

(... a mi querida amiga Lissett Ricardo)  

Por Guillermo Alvarez

Querida Lisset, me has echo reír con tu comentario de "dama de compañía" en camas separadas en el que me citas como uno de tus queridos colegas aventureros de las vueltas ciclísticas a Cuba. Gracias ante todo por reconocer mi caballerosidad, pero debo aclararte que ademas de respetarte por cuenta propia, siempre sentí la "presión" de nuestro querido Gilberto Dihigo, quien me amenazaba a tus espaldas, caso de que yo pudiera vencer a la rubia amazónica del giro cubano del pedal (jajajajaja).
Como quiera que sea me trasladaste a un pasado no muy viejo aun, apenas dos décadas y media atrás, cuando yo forme parte por primera vez del giro del pedal cubano, que ya para ese entonces, tenia una larga historia desde que se realizo el primero, no recuerdo exactamente la fecha.
Pero las vueltas ciclísticas a Cuba siguen y seguirán formando parte de nuestros gratos recuerdos en el trabajo del periodismo deportivo que todos los que citaste ejercimos mas algunos otros que se me escapan a la memoria. Muchos, porque solo tuvieron una primera experiencia y luego pasaron a otros órganos de prensa donde alguien ya tenia a cargo las vueltas...
Entre otros, Luis Sexto, Manuel Portuondo, Ricardo Lopez, Eliio Menendez, Rolando Lahera, Angelito Rodriguez (q.e.p.d, como Humberto Campos), y tantos reporteros y fotoreporteros de todas las provincias, que también dejaron plasmados para la eternidad con sus lentes memorables momentos.
Y es que las vueltas, o el giro, desde que aquel circo rodante comenzaba a formarse en la ciudad primada, Baracoa, a medida en que íbamos llegando, ya comenzaba a tener color y calor. Lo primero por las camisetas de los competidores y el segundo porque el ejercito de periodistas que formábamos filas, comenzábamos a armar un intercambio que duraría un par de semanas compartiendo notas, pero también fraternidad, lluvia, frío o calor, comidas, actividades en cada ciudad donde pernoctábamos, para al siguiente día seguir tras las huellas del triunfo a lo largo de las estrechas carreteras.
Y creo no equivocarme, si dijera que a pesar de las dificultades a las que nos pudiéramos encontrar en la próxima estación, solo pensábamos como en los versos del poeta: "Caminante no hay camino, se hace al camino al andar...", así dia tras día, hasta que concluíamos la ultima etapa en la capital cubana.
En lo particular contigo, nunca olvidare el día en que desayunamos juntos en aquella cafetería de Baracoa, un rico chocolate caliente para amortiguar el frío mañanero de aquel febrero. De que allí salimos hacia una tienda donde estábamos comprando una batidora y cuando me disponía pagar, caí al suelo redondo como un pollo. Colgado de tu brazo regresamos a uno de los dos hoteles de entonces "La Rusa:, donde me acostaste (en mi cama, claro), para buscarme un medicamento con el cual bajar mi presión, que indiscutiblemente me subió, debido a la exquisita taza del chocolate baracoense.
Ojala algún día pudiéramos reencontrarnos viejos pedalistas y ancianos reporteros, aunque fuera para una vuelta al Casino Campestre de Camaguey; al Parque de Holguin o a los de Ciego de Avila y Santa Clara. Muchos de los que aun disfrutamos del privilegio de la vida no estamos en condiciones ya de escalar el Viaducto "La Farola" o "La Gran piedra" O "Topes de Collantes". Pero retirados la mayoría, en Cuba o donde quiera que nos encontremos, seria sin dudas una forma de celebrar nuestros pasos en las inolvidables vueltas ciclísticas a Cuba.